Es muy frecuente que la vida nos obligue a tomar decisiones arriesgadas, decisiones que nunca son tan claras como los modelos del tipo "si esto, entonces aquello". Cuando se trata de la toma de decisiones, las sensaciones viscerales, la sensación profunda acerca de lo que está bien y lo que está mal, pueden brindarnos una información fundamental que no debemos ignorar, a menos que queramos más tarde o más temprano, arrepentirnos.
En la vida muchas veces tomamos decisiones basándonos en estadísticas, en opiniones de las personas y situaciones, en cursos de análisis de decisiones....pero existe un dato más que no se tiene en cuenta en muchas ocasiones, el instinto, el "sexto sentido", aquello que nos indica que a pesar de que la mente nos dice, por ejemplo en un cambio de club o nuevo fichaje, "eso hazlo porque se beneficiará tu economía" nos dice "si lo haces no serás Feliz" y
tenemos que aprender a confiar en él. En el mundo del deporte lo estamos viendo a diario, deportistas que toman decisiones basándose en el, supuestamente, "buen consejo" de alguien y acaban desapareciendo del entorno deportivo, sobre todo en le deporte de élite.
Este tipo de percepciones subjetivas tienen origen en la evolución. Las regiones cerebrales implicadas en las sensaciones viscerales son mucho más antiguas que las delgadas capas del neocórtex, el centro del pensamiento racional que se halla situado en la parte superior del cerebro. En cambio los presentimientos se asientan en una región mucho más profunda, en los centros emocionales que rodean el tallo cerebral y en particular en la anatomía y ramificaciones nerviosas de la amígdala, llegando esta red de conexiones hasta el centro ejecutivo del cerebro situado en los lóbulos prefrontales.
El cerebro almacena los diferentes aspectos de una experiencia en distintas regiones cerebrales y la amígdala es el lugar donde se almacena las emociones que nos suscita una determinada experiencia, por ello , toda experiencia que haya despertado en nosotros una determinada reacción emocional, por más sutil que esta fuera, quedará codificada en la amígdala. Esta, la amígdala, nos bombardea de continuo con este tipo de información almacenada, siempre que se tenga que hacer alguna preferencia.
Los circuitos nerviosos ligados a la amígdala, los nervios conectados con las vísceras principalmente, nos proporciona una respuesta somática, una "sensación", de la decisión que debemos tomar. Esta sensibilidad que nos orienta a tener esa "sensación" es la SABIDURÍA, acumulada por la experiencia de la vida, los deportistas que ignoran o desdeña los mensajes procedentes de este almacén vital suele terminar lamentándolo.
La intuición y las sensaciones viscerales constituyen un índice de nuestra capacidad para captar los mensajes procedentes del almacén interno de recuerdos emocionales, nuestro patrimonio personal de sabiduría y sensatez, una habilidad que se asienta en la conciencia de uno mismo, una facultad clave en tres competencias emocionales:
- Conciencia emocional: la capacidad de reconocer el modo en que nuestras emociones afectan a nuestras acciones y capacidad de utilizar nuestros valores como guía en el proceso de tomar decisiones.
- Valoración adecuada de uno mismo: el reconocimiento sincero de nuestros puntos fuertes y de nuestras debilidades, la visión clara de los puntos que debemos fortalecer y la capacidad de aprender de la experiencia.
- Confianza en uno mismo: el coraje que se deriva de la certeza en nuestras capacidades, valores y objetivos.
a más juventud ---> menos experiencias ----> menos sensaciones
a más madurez ---> más experiencias ---> más sensaciones
es por ello, que en mi modesta opinión, la juventud deberá ser compensada hasta cierta edad por la madurez de una persona de confianza, y llegada a cierta edad debemos Confiar en nuestras propias sensaciones. Una decisión no correcta puede ser el final de una carrera deportiva de triunfo.
THST©
Félix Carnero.
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