miércoles, 16 de abril de 2014

El Rol del Deportista en el equipo: ¿Cuestión de entrenamiento o de psicología?

Estos días con la final de copa de fútbol entre el Real Madrid y FC Barcelona, que se disputa hoy miércoles, se ha hablado mucho de los jugadores de ambos equipos, sobre todo de los del Barça. El motivo es las lesiones que acarrean sobre todo en la posición de central. Podríamos preguntarnos, como es posible que jugadores profesionales que entrenan todos los días no pueden ocupar posiciones diferentes dentro del equipo.



Los jugadores profesionales entrenan cada día, los entrenamientos son globales para todos y no hay, por lo general,  un entrenamiento especifico excepto para el portero, entonces ¿por que no puede un jugador que normalmente juega de delantero ocupar la plaza de central? esto sería en el caso del fútbol, podríamos ver el caso del baloncesto, ¿podría ocupar un ala, la posición de base? o en el fútbol americano ¿ un jugador de defensa podría
ocupar un puesto de ataque?. Alguna vez hemos oído hablar de los jugadores "polivalentes", jugadores que pueden ocupar diferentes posiciones dentro del equipo, pero esos jugadores ¿que características tienen? ¿son solo físicas o también son psicológicas?.

A parte del entrenamiento físico y táctico también esta el entrenamiento psicológico, el deportista por lo general,  de una u otra manera, realizan algún tipo de preparación psicológica. En ocasiones, basándose en su propia experiencia, que les aconseja lo mejor que pueden hacer en determinados momentos concretos, y otras veces a través de la intervención indirecta de sus entrenadores.
Muchos deportistas no necesitan realizar un trabajo psicológico directo para mejorar su preparación psicológica, porque han aprendido por sí mismos a controlar la motivación y el estrés asociados a la competición y son capaces de "auto-regularse" para rendir al máximo, aunque sin duda podrían optimizar sus recursos si ampliasen su repertorio de conocimientos y habilidades, y perfeccionasen sus métodos habituales de actuación.



Otros deportistas sí necesitan, claramente, un trabajo psicológico específico directo que les ayude a controlar variables psicológicas relacionadas con su rendimiento. Se trata, en numerosos casos, de deportistas que aún rindiendo bien la mayoría de las veces, rinden por debajo de sus posibilidades en momentos decisivos concretos en los que son las cuestiones psicológicas las que les controlan a ellos y no al revés. Cualitativamente el problema puede ser muy grave, ya que estos pocos momentos de pérdida de control pueden significar la pérdida de las competiciones importantes.

El trabajo psicológico específico (intervención directa) puede ayudar a estos deportistas a incrementar su control sobre las variables psicológicas relevantes y, por esta vía, a optimizar su rendimiento y aumentar sus posibilidades de éxito en los momentos más difíciles y trascendentes. Así como en ocupar posiciones dentro del equipo que no es la habitual.

Ahora bien, puede ocurrir que algunos deportistas no quieran realizar el trabajo psicológico específico que podría beneficiarles. Esto sucede, sobre todo, con deportistas veteranos que en general suelen rechazar cualquier innovación, o con otros deportistas escépticos o desconfiados (en gran parte debido a su desconocimiento) o que temen dar una imagen de vulnerabilidad o fragilidad mental ante los demás. Resulta obvio, que si un deportista no quiere realizar este trabajo, será absurdo obligarle a ello, pues por mucho que se le obligue no lo hará.
Claramente no se puede trabajar con una persona por la vía directa si ésta no quiere, algo que deberían tener muy presente psicólogos y entrenadores cuando se plantean las posibilidades reales de la intervención psicológica con sus deportistas.

Mientras mejora la disposición del deportista hacia el trabajo psicológico directo, o en el caso de que "se mantenga en sus trece" y nunca mejore, psicólogo y entrenador deben aceptar esta realidad sin que resulte una situación traumática, diseñando y empleando estrategias de aplicación indirecta, y evitando que la relación personal y profesional con estos deportistas se deteriore como consecuencia de su negativa.
Eso sí, en este punto es decisiva la aportación del entrenador. El trabajo psicológico directo no puede ser una carga "extra" para los que lo hacen, y sí un elemento más de la preparación global del deportista, para la optimización de su rendimiento deportivo.



Si un deportista está bien preparado física y técnicamente, pero falla en el momento decisivo de la competición o cuando se le asigna una función no habitual en su rol dentro de equipo porque se pone muy nervioso, ¿no sería conveniente que se dedicara una parte destacada del tiempo de entrenamiento a solucionar este problema, aunque fuera en detrimento de otras parcelas también importantes (la preparación física, el entrenamiento técnico) pero quizá menos prioritarias en este momento?, o ¿se debe seguir entrenando en la misma línea de siempre, "confiando" en que "ocurrirá algo" y que algún día quizá este deportista ya no se ponga nervioso y demuestre en la competición de lo que es capaz?. Hay entrenadores que increíblemente siguen esperando ese "algo" que un día, sin que se sepa muy bien el porqué, solucione sus problemas; otros, sin embargo, prefieren buscar soluciones eficaces y empiezan a darle importancia a las cuestiones psicológicas y al trabajo psicológico más específico. Esta importancia se manifiesta en un apoyo total a este tipo de trabajo y en organizar su plan general contando con este apartado como uno más de los que contribuyen a la preparación de sus deportistas, aunque comprendiendo y respetando que se trata de un tipo de trabajo que debe ser voluntario para que verdaderamente pueda resultar eficaz.

Alcanzando un nivel de conocimiento y entrenamiento psicológico optimo facilitará que la existencia de esos jugadores polivalentes sea mayor, aportando la posibilidad de poder asumir diferentes roles dentro del equipo.

Félix Carnero
Técnico en Psicología del Deporte


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