viernes, 4 de abril de 2014

Reacciones Psicológicas del Deportista frente a una Lesión (II)

Seguimos con más explicaciones sobre los efectos psicológicos de las lesiones en los deportistas.

Hoy os explico las emociones escondidas de los deportistas, sobre todo a temprana edad.
Los estudios recogen otro tipo de respuestas que se manifiestan de manera más marcada en los deportistas jóvenes. Consiste en la queja somática como manifestación emocional adversa y de su inseguridad. Estos deportistas acentúan este tipo de quejas y evitan hablar de reacciones emocionales, llegando incluso a negar que existan. Los deportistas que manifiestan este tipo de conducta suelen ser sujetos con un historial acentuado de somatizaciones, necesitan sentirse atendidos y les tranquiliza la comprensión, las explicaciones, y los cuidados placebo de parte de cualquier miembro del cuerpo médico.



Es frecuente es que el deportista intente ocultar estos sentimientos a los profesionales que tiene alrededor, y es por ello por lo que muchos entrenadores no son conscientes de los estados anímicos de sus jugadores. De ahí la importancia de saber reconocer estas fases y las conductas que pueden llevar asociadas para facilitar la ayuda al deportista en caso de que fuera necesario.

El objetivo final será que el deportista llegue a la fase de aceptación lo antes posible, como vimos en el articulo anterior, ya que eso será lo que garantice un mejor y más rápido proceso de recuperación de la lesión.

Existen algunas reacciones suplementarias que algunos deportistas pueden manifestar ante las lesiones:

a) Perdida de identidad. Una vez que el deportista no puede participar más en la competición como consecuencia de una lesión, siente que queda inutilizada una parte importante de sí mismo, y esto a su vez afecta gravemente al autoconcepto.

b) Miedo y ansiedad. Ante las múltiples incertidumbres que se plantean en su nuevo estado, al deportista le preocupa si logrará restablecerse, si su lesión se reproducirá, o si alguien le sustituirá definitivamente en la alineación titular. Todo ello potenciará un estado de ansiedad y sentimientos de miedo ante el futuro.

c) Falta de confianza. La incapacidad de competir unido al deterioro de su estado físico puede llegar a generar en el deportista falta de confianza, y esta a su vez puede llegar a desembocar en falta de motivación, un rendimiento inferior o una lesión adicional debido a que el deportista compensa en exceso.

d) Disminución del rendimiento. Consecuencia de la falta de confianza mencionada anteriormente, y de la pérdida de tiempo de entrenamiento los deportistas pueden llegar a manifestar bajones en su rendimiento posterior. Muchos deportistas piensan que van a volver a competir al mismo nivel que estaban antes, inmediatamente a su reincorporación y no establecen bien la fase de vuelta a la actividad.


Estas reacciones que muestran sentimientos negativos del deportista, por otro lado van siendo superadas por el deportista en las diferentes fases de enfrentamiento a la lesión (vistas en el anterior articulo), y se va produciendo un proceso lógico de adaptación a la nueva situación.

Pero no siempre es así y en ocasiones los deportistas enquistan en sentimientos o emociones que no podemos considerar normalizados en un proceso de lesión. En estos casos el deportista tiene serias y graves dificultades para adaptarse a la situación de lesión. Este tipo de situaciones también deben ser detectadas por los técnicos para aportar la ayuda necesaria al deportista, y solicitar la intervención profesional de un médico deportivo y de un psicólogo. Para ello deben estar atentos a los síntomas observables y las conductas que dan la pauta de que el proceso psicológico del deportista está fuera de los cauces normales de recuperación. Estos síntomas se podrían resumir en los siguientes:
  • −  Sentimientos de furia y confusión.
  • −  Obsesión con la cuestión de cuando volver a competir.
  • −  Negación (quitarle importancia a la lesión).
  • −  Vuelta a la actividad demasiado pronto, con las consiguientes recaídas.
  • −  Alardes exagerados sobre sus logros.
  • −  Insistencia en quejas sobre cuestiones físicas sin importancia.
  • −  Culpa por haber defraudado al equipo.
  • −  Alejamiento de personas significativas.
  • −  Cambios repentinos en el estado de ánimo.
    −  Indefensión con afirmaciones del tipo “haga lo que haga, no me voy a recuperar”.

El hecho de lesionarse supone un contratiempo que hace que en ocasiones el sujeto lleguen a atacarse a el mismo con pensamientos irracionales que pueden convertirse en dominantes e interferir de manera activa en la rehabilitación de la misma. Los pensamientos irracionales pueden exagerar el significado de la lesión, haciendo que el deportista entre en un estado de indefensión que le llevará a abandonar importantes aspectos de la recuperación. En otras ocasiones pueden simplificar la complejidad de la misma y del tratamiento que le llevaría a la recuperación; y casi siempre los pensamientos irracionales le llevarán a conclusiones sin garantía que provienen de pensamientos carentes de evidencia o incluso que llegan a ser contradictorios entre sí.

Pueden por ejemplo lamentarse de manera continuada y percibir que el entrenador da un trato preferencial a un jugador en detrimento de sus intereses, y en consecuencia perder la motivación por el proceso de rehabilitación. Otro tipo de pensamiento irracional muy generalizado es el que va asociado a pensamientos catastróficos, manifestando que su carrera está acabada. Ante esta situación es frecuente que sientan desilusión si, por ejemplo, no obtienen resultados satisfactorios en el proceso de recuperación, en un tiempo menor del que objetivamente necesitan para percibir avances físicos o funcionales, lo que en ocasiones les lleva a evaluar su situación en un periodo de tiempo inadecuado para ello. 

Félix Carnero
Técnico en Psicología del Deporte

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